domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Que se jodan!

Muy buenas.
Está claro que últimamente tengo el blog absolutamente abandonado: temas laborales y personales me tienen muy alejado del tiempo necesario para escribir en el blog.
Pero hoy es un día que merece la pena escribir algo. Y es que se confirma la debacle total del P (ex-PSOE) en las elecciones: el peor resultado de su historia, por debajo incluso de las elecciones de 1977.
Varios apuntes al respecto:
  • Esto es algo que tenía que haber ocurrido en las elecciones de 2008. Entonces ya se vio cómo teníamos a un miserable y un absoluto incompetente al frente del (des)Gobierno, pero la masa es maleable y la tele hace mucho daño: después de 4 años de despropósitos (2004-20008), más de 11 millones de lobotomizados dieron la victoria al PSOE, con las consecuencias que todos estamos sufriendo en nuestras carnes.
  • No me alegro especialmente de la victoria del PP, aunque visto que o tienes mayoría absoluta o te tienes que bajar los pantalones delante de nacionalistas desleales y traidores a España, pues casi mejor una mayoría amplia que tener que pactar con los chantajistas periféricos. Aunque sigo considerando que, más que una victoria del PP, es una bofetada (tardía) de los votantes al P (ex-PSOE) después de todos los desvaríos perpetrados por el repugnante traidor.
  • Es una vergüenza que uno de los “regalitos” que nos deja el miserable traidor sea Amaiur con 7 diputados y grupo parlamentario propio gracias a su feliz ocurrencia de legalizar partidos terroristas. Aun mayor asco da pensar que obtiene esos 7 diputados con menos de un 1.5% de los votos, mientras que un partido como UPyD, con casi un 5% de los votos y que representa a ciudadanos de toda España se quede con tan sólo 5 diputados. Gran resultado aun así para UPyD, mi enhorabuena para el partido al que yo he votado.
  • En total, más del 70% de los votos han ido a los dos partidos mayoritarios, aquellos que sistemáticamente están perfectamente de acuerdo en oponerse a lo que no les conviene, aunque sea justo: el cambio de ley electoral, listas abiertas, separación de poderes y, en general, una mejora profunda en la calidad democrática de nuestro país. Una reivindicación irrenunciable que, desde mi punto de vista, debería hacer que ningún ciudadano responsable diese su voto a partidos que no lo tuvieran como parte destacada de su programa electoral.
El P (ex-PSOE) se tiene muy merecido el descalabro al que se enfrenta. Tras esto, quién sabe si entrará en proceso de descomposición… ¡ojalá! Se lo merece, como dice Pablo Sebastián, por cientos de razones:
[…] por haber consentido que un tropel de políticos sin preparación, experiencia, cualificación y sin el menor sentido del Estado ni conocimiento de la Historia y de la realidad de la nación española, empezando por el propio José Luís Rodríguez Zapatero, se hayan sentado en la Presidencia del país, en el Gobierno de la nación y en altos cargos del Estado haciendo alarde de su proverbial incapacidad y causando destrozos que hoy son de difícil solución. La epidemia de incompetencia manifiesta los gobernantes del PSOE –nacionales, autonómicos y locales- de los tiempos de Zapatero es causa de los males de hoy y un motivo más que suficiente para justificar una clara alternancia y mayoría absoluta del PP. El hecho de que Rubalcaba y la vieja guardia del felipismo haya expulsado de la campaña electoral a Zapatero, y a su equipo constituye la prueba de lo que aquí se dice.
[…] hacen falta gobernantes que sepan lo que es España y entiendan que solo con la cohesión nacional y salvaguardando el alma reconciliadora de la transición se puede hoy salir de la crisis en la que estamos que no sólo es económica, sino también de identidad nacional, política y moral […].
Sobre todo esto, el paso de Zapatero por el Gobierno de España ha sido demoledor. Ha querido reescribir el pacto de la transición con el regreso a la Guerra Civil desenterrando tumbas, recuerdos y rencores de manera gratuita y hasta infame. Ha dicho Zapatero que la nación española era “discutida y discutible” para ofrecer al nacionalismo e independentismo catalán un estatuto que estaba fuera de la legalidad constitucional, como lo demostró el propio Tribunal Constitucional, intentando una fraudulenta reforma de la Constitución hacia una España confederal (que él disfrazaba de “plural”), que ha acabado en un estatuto catalán insolidario desde el que, por ejemplo, se persigue y sanciona el uso del castellano en el territorio español de Cataluña, a pesar de las sentencias ya dictadas contra estas prácticas por los altos tribunales del Estado.
Es el mismo Zapatero y el mismo PSOE que aceptaron sentarse en el gobierno de Cataluña con los independentistas pintorescos de ERC, los Carod y compañía, lo que suponía una traición a la pretendida españolidad del PSOE, luego rematada con el pacto del Tinell para expulsar al PP de cualquier institución. Y de este temerario juego del regreso a la Guerra Civil y la España plural o confederal, y de la violación constitucional, y la nación discutida y discutible, partieron las concesiones a ETA cuando ya estaba en su final (Bildu y Amaiur), y las demandas de CiU del concierto fiscal –olvidando el concierto comercial con España-, y todos los problemas que se anuncian en el País Vasco ante el desastre del PNV que, subido en el carro loco de Zapatero, se echó al monte y ha favorecido el crecimiento electoral del entorno de ETA.
Un día crucial y revelador fue aquel donde Zapatero, en vísperas de las elecciones de 2004, dijo en Barcelona “apoyaré en Madrid lo que decida el parlamento catalán”, renegando de la soberanía nacional. Ese mismo día se vio la talla, es decir el disparate y la incapacidad, que anidaban en la cabeza hueca de Zapatero. Y ese día los dirigentes del PSOE debieron hacerle todas las necesarias advertencias y ponerlo en su sitio. Y si no lo hicieron fue porque creyeron que no ganaría los comicios de 2004, porque entonces no había estallado el criminal atentado islamista de Madrid.
Y todos estos graves errores de Zapatero y del PSOE, de los que es cómplice principal el propio Rubalcaba […]
No sabemos lo que nos depara el PP bajo el liderazgo de Rajoy, pero los españoles hemos sufrido al PSOE de Zapatero y eso es difícil de igualar o empeorar.
Y Manuel Martín Ferrand también le dedica unas palabritas:
España tendrá que derrochar esfuerzo e imaginación para salir del pozo al que la condujo la irresponsable incapacidad de José Luis Rodríguez Zapatero y sus sucesivos equipos ministeriales y ministerialas.
Supongo que, si Rajoy no quiere competir con Zapatero en insolvencia, en los cuarteles de la gaviota ya estarán trazados los planes que marcarán el rumbo de la Nación en los primeros meses de la nueva etapa. ¿Estará también previsto el que se sintetiza en la ecuación que encabeza esta columna?
El 20N es la fecha clave para que los españoles, colectiva y democráticamente, le den la boleta a Zapatero, el líder que quiso reescribir la Historia de España y, a mayor gloria de su abuelo, luchó denodadamente para ensanchar la brecha, ya casi cerrada, que separa las dos Españas. En tan delicada y egocéntrica tarea, merecedora de atención médica, a Zapatero se le fue el santo al cielo y le sobrevinieron cinco millones de parados mientras Pedro Solbes miraba al infinito y Elena Salgado, siempre impecable en su aspecto, tocaba la lira sin mirar a ninguna parte.
El resultado está a la vista. Hemos pasado de estar a punto de ingresar en el G-8 a ser “invitados permanentes” en el G-20 y lucir el poco honroso título de la Nación con más paro de Europa. Además, como en un gigantesco corte de manga a la ciudadanía, el PSOE tomó la decisión de que fuese Alfredo Pérez Rubalcaba su candidato a la presidencia del Gobierno en estos próximos comicios.
Quien fue, primero, portavoz socialista en el Congreso y, después, vicepresidente del Gobierno – la cara en la que se sostiene la cruz del zapaterismo –, el coautor del desaguisado, es, según la sabiduría socialista, el hombre adecuado para remediar una crisis que contribuyó a construir. ¿Qué ocurre en el PSOE, en donde parece haberse instalado el desvarío?
La situación que hereda el nuevo gobierno del PP es absolutamente dramática. En empleo, déficit, deuda, educación, justicia, sanidad, problemas territoriales… todo necesita reformas urgentes. Veremos qué es capaz de hacer Marianico. La respuesta, en pocos meses.

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