jueves, 30 de abril de 2009

Columna de Pablo Sebastián

Hola de nuevo, queridos lectores.

Hoy os traigo una columna de opinión que pasa por ser una de las más duras (y no por ello menos acertada) que he tenido la ocasión de postear aquí. En su columna de hoy en 'Estrella Digital', Pablo Sebastián se despacha bien a gusto con el indeseable personajillo que desde La Moncloa hace que nuestro país se hunda irremisiblemente en la depresión más dura que recordamos.


"Zapatero o es más tonto de lo que parece y dice Sarkozy, o simplemente es un mentiroso sin pudor y compulsivo. Afirmar, como lo hizo el presidente del Gobierno español ayer en Bruselas, que "lo peor de la crisis ha pasado ya", en el mismo día en el que se anuncia una caída del PIB en España del 1,8 por ciento sólo en los tres primeros meses del año, y una seria pérdida del superávit de la Seguridad Social del 24 por ciento, es un nuevo disparate de este gobernante español. El que se niega a reconocer la dura realidad y a decir la verdad. Y al que todos los datos desmienten sus pronósticos más optimistas, convencido que los españoles no tienen memoria. Le acaba de pasar con los cuatro millones de parados que él y su Gobierno decían que nunca iban a llegar. Pues ya están aquí, y creciendo camino de los cinco.

Para colmo de nuestras desgracias, Zapatero, desde Bruselas, pretende que nadie hable de los problemas de la Seguridad Social porque dice que hablar provoca alarma entre los jubilados, cuando lo que alarma es lo que pasa y la incapacidad del Gobierno para solucionarlo. De manera que los ataques del ministro Corbacho al gobernador del Banco de España y la pretensión de Zapatero de imponer la ley del silencio sobre la Seguridad Social se han dado de bruces con la realidad y la verdad, y obligan a una reforma urgente del sistema si no queremos que las cosas vayan a peor, como lo ha dicho el comisario Almunia desde la capital belga.

La situación económica y social española es muy mala y va a peor, pero el único que ve las cosas de otra manera y que no sale del optimismo es el presidente Zapatero, lo que sólo se explica por motivos electorales, como cuando negó la existencia de la crisis a principios del 2008. Porque, si no es así, entonces la cosa sería más grave, porque estaríamos ante un demente o un tonto de remate, motivo por el cual habría que destituirlo a través de una moción de censura que, incluso, debería apoyar el PSOE antes de que nos lleve a todos al nivel económico de depresión, y de que hunda al propio Partido Socialista.

El cese de Zapatero ya no es una cuestión de batalla ideológica, como él dice para disfrazarse de rojo ante los millones de parados que saben que él tiene gran culpa de lo que les ocurre. Ni siquiera de batalla política con la oposición. Estamos ante un caso de incompetencia política absoluta, y eso debe ser denunciado por todos, PSOE, PP e incluso por los sindicatos, cuyos líderes parecen tan incapaces como Zapatero y están también con el discurso de lo social en contra de los empresarios, en vez de gritar contra el Gobierno que les miente todos los días y no sabe qué hacer frente a la crisis. Las declaraciones de Zapatero diciendo que lo peor de la crisis ha pasado, cuando la verdad es que aún está por llegar, son moral y políticamente una mentira y una indecencia. Amén de un insulto para los ciudadanos, que no paran de recibir pésimas noticias. ¿Le puede decir Zapatero a una persona que acaba de perder su empleo que lo peor ha pasado ya cuando todos los parados están viviendo un infierno particular y familiar? Lo peor de esta crisis, en este país, no ha pasado y se llama Zapatero."

miércoles, 29 de abril de 2009

Columna de Martín Ferrand

Columna de Martín Ferrand el 27 de Abril en 'Estrella Digital':


"La inflación es la madre del paro
y la ladrona invisible de todos
los que han ahorrado"
(Margaret Thatcher)

"Del mismo modo que Buster Keaton pasó a la historia del cine sin haber lucido nunca una sonrisa, José Luis Rodríguez Zapatero, que ya inscribe su nombre en los anales de la mentira y la irresponsabilidad políticas, nunca ha dejado de sonreír. Su gesto comenzó siendo una muestra de talante, una acreditación de buenismo; pero, llegados a los cuatro millones de parados -¡el 17,3 por ciento de la población activa!-, más parece una burla y una provocación. Hoy, en España, no hay ninguna razón para que un jefe de Gobierno que no quiso ver venir un alud de crisis económicas, y que ahora no sabe enfrentarse al problema, esboce una mueca de alegría.

En el discurso de su segunda investidura, del que acabamos de cumplir el primer aniversario, Zapatero aseguraba que "aunque tengamos por delante un incremento de la tasa de desempleo, estamos en niveles mucho mejores que cuando llegamos al Gobierno". Se refería el líder socialista al 11,2 por ciento que recibió de su predecesor. No sólo ha sobrepasado el 17 por ciento, sino que duplica con creces la medía del paro (8,5) de la UE y, en el primer puesto de tan poco honrosa tabla, comparte con Letonia (14,4), Lituania (13,7) e Irlanda (10,0) el desastre de ser los únicos países, entre los 27 de la Unión, con dos dígitos en tan siniestro y penoso índice. Incluso Portugal (8,3) y Grecia (7,8), que siempre fueron nuestro consuelo estadístico europeo, están por debajo de la meta alcanzada por un modelo de Gobierno en el que la incapacidad corre pareja con la arrogancia.

Un índice de paro del 17,3 por ciento, que en algunas regiones, como Andalucía, alcanza el 27,7, no es un dato económico. Es un drama social. Ante esa situación el Gobierno insiste en su quietismo. Zapatero, como el Don Tancredo de los festejos taurinos bufos, está quieto. Ensimismado. No reacciona. Cuatro millones de ciudadanos en difícil situación personal y familiar, y con un horizonte más negro que su presente, no significan un estímulo para quien, después de cinco años de Gobierno, sigue creyéndose en posesión de la verdad y valorando como malos patriotas a quienes, más cercanos a la realidad, no comparten su irresponsable visión de las circunstancias.

Más desgarradora resulta todavía la contemplación del paro juvenil. El 31,8 por ciento de los menores de 25 años que aspiran a un puesto de trabajo están en paro. También en este epígrafe España duplica la media europea. Y, ¿qué? El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, hace sólo tres meses negaba rotundamente la posibilidad de llegar a las cifras actuales. ¿Cómo pueden enfrentarse a un grave problema, y tratar de resolverlo, quienes ni siquiera tienen conocimiento de su existencia?

A pesar de la dimensión y el alcance del drama del paro, los partidos políticos centran su atención y principal trabajo en las próximas elecciones para el Parlamento Europeo. La instalación partitocrática les ha hecho perder la sensibilidad y hasta es posible que también el juicio. El PSOE y el PP entienden estos próximos comicios como un punto de apoyo desde el que ganar las legislativas previstas para el 2012 y, encelados por el mantenimiento o la conquista del poder, obran en consecuencia. Mal está esa conducta en el partido que lidera Mariano Rajoy, que, a fin de cuentas y dado nuestro torpe sistema representativo y parlamentario, sólo tiene derecho al pataleo; pero en el caso del partido que, de hecho, lidera Leire Pajín -se supone que Manuel Chaves, Zapatero y José Blanco, los tres primeros nombres de la formación, le dan prioridad a sus responsabilidades de Gobierno- su actitud clama al cielo. ¡Y se dicen socialistas!

Para mayor confusión, el arranque de la carrera electoral europea, en lo que respecta al PP, presenta como principal protagonista a José María Aznar. Cada cual es sabio en su casa; pero, ¿éste es el momento de vender nostalgia? Es evidente que la política económica del PP, a lo largo de los ocho años del aznarismo, dio magníficos resultados y que el quinquenio de Zapatero ha vivido de aquellas rentas; pero, salvo que Aznar sea víctima del complejo de Colombey-les-Deux-Églises, la Historia no tiene marcha atrás. Cuando una circunstancia retrocede es porque alguien la empuja en ese sentido.

El PP ha querido subrayar la calidad política de Jaime Mayor Oreja, su cabeza de lista europea, haciendo valer su condición de ministro en el primer Gobierno aznarí. Son muy dueños. Aun así, y aunque el ex presidente se disponga a presentarnos su último libro -España puede salir de la crisis-, no serán esos los clarines que preludien su victoria. El paro es un drama que atemoriza a la mayoría y no enfrentarse a él, aunque sea en los sermones, es un intento de suicidio político. Es lo único positivo en el hecho de que Zapatero esté quieto. Tan grave es la situación que, me temo, sólo Zapatero puede acabar con Zapatero."

lunes, 27 de abril de 2009

Paro e incompetencia

Muy buenas.

Han saltado (otra vez, y van...) todas las alarmas: el paro ha superado la barrera psicológica de los 4 millones de desempleados. Toca ahora recordar de nuevo las mentiras del indecente e impresentable personajillo que habita La Moncloa, y que ya fueron presentadas y criticadas (por falsas y falaces) en este mismo blog en fechas recientes.

Hace escasamente dos meses se debatía si se llegaría a los 4 millones de parados, lo cual da una idea de lo rápido que se deteriora la cosa y, por otra parte, lo fácil que es vaticinarlo: no se trata de vaticinios a años vista sino sólo a meses, ¡semanas!, vista, y está al alcance de cualquiera que quiera mirar a su alrededor con un mínimo sentido crítico hacia este (des)Gobierno de incompetentes y patanes liderados (es un decir) por el ser más inepto e incapaz que jamás haya pisado La Moncloa.

Y es que, desde luego, el españolito medio la lleva bien clara si deposita sus esperanzas en que el actual (des)Gobierno nos saque del atolladero, como bien describe Manuel Martín Ferrand:

Entre sus ministros y ministras -¡cuánta inanidad, cuánta incompetencia!- sólo uno, Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene talla suficiente. Los demás, y no quiero ensañarme con los detalles, no debieron nunca llegar a serlo. [...] Ni Zapatero, maestro en elasticidades y cambios de criterio, especialista en embustes e incumplimiento de compromisos, podría resultar indemne con una máquina de intrigar colocada a su vera.

Tampoco debe ignorarse el rechazo por el talento que Zapatero tiene acreditado. No es casual que un líder se haga acompañar por gente tan escasa como la que integra la nómina del Gobierno actual. Hay que buscar mucho para encontrar alguien tan hueco como para ocupar un Ministerio de Igualdad y, además, asumir como materia de la cartera algo que, como la nueva ley del aborto, a todas luces correspondería a Justicia y, ya con manga ancha, a Sanidad.

Un nuevo Gobierno de peleles no frenaría la decadencia de Zapatero y, ojalá me equivoque, el vallisoletano que afirma ser leonés no tiene fuste para un equipo de mayor envergadura. Sea el que resulte ser, tampoco tendrá efectos taumatúrgicos. El Estado seguirá su proceso de descomposición y la Nación continuará su ruta hacia la ruina total. La decadencia de Zapatero es nuestra decadencia colectiva. Por el momento, sólo parecen tener plena conciencia de ello los más de tres millones y medio de parados [nota: ya son cuatro] que, duplicando la media del paro en la UE, son el mejor balance del zapaterismo. Alguien, supongo que en propio PSOE, debiera tratar de que no se destape la botella de cerveza que hermana a Zapatero con Fernando VII. ¡Qué catástrofe!

Y mientras, las previsiones de este incapaz e incompetente (des)Gobierno empiezan a no ser tan optimistas como el mentiroso compulsivo nos tiene acostumbrados: la nueva ministra Salgado, al reconocer que los datos son malos, muy malos, ya habla de su esperanza en la "desaceleración de la subida del paro", lo que evidentemente no se corresponde con una bajada. Pobrecita la nueva ministra, la que le ha caído encima; hay que ser o muy inocente, o muy confiada o muy sectaria para aceptar un puesto en el actual (des)Gobierno...

Me pregunto cómo es posible que cualquiera con un ojo para leer y un poco de sentido crítico sea capaz de vaticinar lo que se nos viene encima, mientras todo un presidente del (des)Gobierno, con todos sus asesores, estadísticas e informes, no pueda (o no quiera) verlo. O, mejor dicho, cómo es posible que un presidente del (des)Gobierno pueda mentir tan descaradamente y que los ciudadanos sigan creyéndole. Tan sólo ahora, cuando las cifras de paro, déficit, deuda, etc. nos hacen temblar, es cuando se atisba un retroceso en la intención de voto hacia el PSOE. ¿Es que antes nadie veía a dónde nos estaba llevando el incompetente monclovita?

lunes, 20 de abril de 2009

La inteligencia del ineZPto

Muy buenas.

La líder socialista francesa Segolene Royal ha pedido disculpas por las hirientes palabras que Sarkozy dedicó a nuestro ineZPto. Me da a mí que tiene cierta parte de verdad eso que se dice de que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad... lo que me lleva a deducir que la Royal estaba sobria cuando pidió disculpas, je, je...

Pero que pida disculpas no significa que lo que dijo Sarkozy no sea cierto. Simplemente significa que ella ha de (al menos) aparentar que no puede apoyar semejantes declaraciones. Queda claro por tanto que esa señora no había probado una gota de alcohol y por tanto pudo mentir o disimular.

¿Y cómo habrán afectado esas palabras al ineZPto? Bueno, aquí les dejo, queridos lectores, con una reflexión de Pablo Sebastián para arrojar algo de luz en el asunto.

Muy buenas tardes.


"Lo peor de la descortés descalificación personal que el presidente Sarkozy hizo de Zapatero, diciendo que no es inteligente aunque gane elecciones, es que al político español semejante opinión le ha perturbado mucho porque él se considera muy listo. Tanto como para engañar a todo el mundo, y en este tiempo convulso que vivimos a los trabajadores, a los sindicatos y a todos los dirigentes de su propio partido, a los que intentó convencer en el pasado Comité Federal de que la crisis de Gobierno que acaba de llevar a cabo es una obra de arte -la cara de guasa que exhibía Bono lo explicaba todo- que lo llevará al triunfo electoral en la europeas del mes de junio, para lo que ha vuelto a desempolvar la guerra de Iraq, a ver si con esta jugada que él cree tan "astuta", y con el nuevo Gobierno, consigue remontar el vuelo.

A los trabajadores y sindicatos, lejos de reconocer sus graves errores y sus no menos graves mentiras en la crisis de la economía, el listo de Zapatero les dice que aumentará el gasto social, que no consentirá más parados sin el derecho a subsidio, les asegura que no existen problemas en la Seguridad Social y afirma que todo lo hace muy bien. Entonces, ¿por qué relevó a Pedro Solbes? Zapatero ha agravado el problema del paro en España y luego se presenta como el salvador de la izquierda social y laboral. Presumía ayer de los 8.000 millones cedidos a los ayuntamientos para hacer obras locales y mantener el empelo, y todos saben que sólo para salvar Caja Castilla La Mancha (y a su presidente manchego Barrera) habilitó 9.000 millones de euros del Estado.

La verdad es muy distinta. Zapatero camina desesperado hacia el derroche de los fondos del Estado -entre otras cosas montando el Gobierno más caro de Europa- sólo para salvarse él de la quema electoral que lo amenaza tras la derrota en Galicia y de su debilidad en el Parlamento. Las que pretende solventar volcando la deuda presupuestaria sobre Cataluña para que ERC, CiU y PSC no lo dejen caer. Y cuando habla del gasto social tampoco dice la verdad, porque Zapatero a quien está favoreciendo, con mucho dinero, es a los banqueros y grandes empresarios de la construcción, o las compañías automovilísticas y eléctricas que lo cortejan, así como a poderosos grupos de la comunicación -Prisa, La Sexta, Zeta, tocados con graves problemas económicos- que son los que sostienen ante la opinión pública su falso izquierdismo, por ello se anuncia la sustitución en RTVE de la publicidad privada en menoscabo del déficit público y a favor de las cadenas privadas de televisión. Las que, por otra parte, intentan ocultar sus errores políticos e incapacidad para gobernar este país, y menos aún cuando arrecia una crisis económica tan grave que él mismo negó. Y que se negó a abordar cuando, hace algunos años, no pocos analistas y observadores le advirtieron del que era un peligro inminente: el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y en suma del modelo de crecimiento español. Incluso cuando estallaron las hipotecas subprime americanas, Zapatero se mofó y dijo que eso era sólo cosa de los americanos, sin ver la que se venía encima del sector inmobiliario y del sistema financiero español, del que el inteligente Zapatero declaró que era el mejor del mundo, y ahora se prepara para abordar los problemas de más cajas de ahorros y bancos con cerca de 40.000 millones de euros.

Cortés o descortésmente -según como se mire-, Sarkozy le ha llamado tonto a Zapatero. Y el presidente, que siempre creyó que los tontos eran Sarkozy y Berlusconi, porque bajo su mandato serían superados por el PIB español, ha quedado estupefacto, porque él siempre piensa que los tontos son todos los demás. Y que su permanente simulación nunca será descubierta porque los electores de izquierda siempre lo salvarán, y su portentosa muralla de la radio y la televisión no dejará pasar el mensaje de sus descomunales errores y carencias. Por ejemplo, en la cumbre del G-20 de Londres confundió una palmadita de Gordon Brown diciéndole "échanos una mano" con que se le investía a él como gran negociador entre Obama y Sarkozy, lo que resultó una gran mentira aireada por los medios españoles afines a la Moncloa. Luego se presentó como el gran triunfador de las decisiones contra los paraísos fiscales, y al final se descubrió que no tocó pelota en esa negociación entre los grandes de la cumbre que fue llevada a cabo por Obama y Sarkozy con el presidente chino, que era el más reticente a la iniciativa, como lo desveló el diario Le Monde.

Todo o casi todo en él es así y en Europa ya lo conocen, y en España ya lo empiezan a conocer. Las palabras de Sarkozy, sobre las que pronto harán bromas los dos, durante la próxima visita del presidente francés a Madrid, han abierto la veda y la discusión sobre la capacidad política de Zapatero y sobre la impostura y debilidad de su liderazgo. Y la crisis económica, que irá a peor en los próximos meses, dejará a su nuevo Gobierno en mala situación y con el déficit público -que Solbes había pretendido preservar- en cuotas inaceptables para la convergencia europea del euro, amén de para la propia estabilidad del gasto público y social español. Pero Zapatero está, desde hace años, en una permanente fuga hacia delante para salvarse él. Y ahora ha decidido quemar las naves del Presupuesto, con tal de ganar algo de tiempo, lo que no es muy inteligente, como diría Sarkozy, porque es el tiempo, precisamente, el que juega contra él."

viernes, 17 de abril de 2009

Tenemos un bobo por presidente, Sarkozy dixit

Muy buenas.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, nos lo ha dicho bien clarito: tenemos un presidente que es un bobo. Las palabras que dijo (y que, por supuesto, ahora el Elíseo se apresura en desmentir) durante una cena ponen de manifiesto que al mandatario francés no se le ha pasado por alto algo que, por otra parte, es notorio: "puede que Zapatero no sea muy inteligente".

Y es que, desgraciadamente, es verdad, la pura verdad. No sólo no es muy inteligente, sino que ni siquiera lo es un poco: es un tonto, un inepto, un bobo solemne. En España hemos cometido el error de poner a un inepto al frente de nuestro Gobierno, un inepto que no sabe ni a dónde va ni a dónde lleva a España.

Es la grandeza y la miseria de la Democracia: cualquier bobo de solemnidad puede llegar a ser presidente del Gobierno y llevar las riendas y el devenir de todo un país... o lo que quede de él. La prueba la tenemos delante de nuestras narices, con el ineZPto y Bush como máximos exponentes.

Tal como dice Irene Lozano, está claro que la inteligencia no está directamente relacionada con la capacidad para ganar elecciones: en España hemos votado dos veces al mismo ineZPto; en EE.UU. dos veces al criminal Bush; mientras que en Italia ya van por ¡tres veces! al impresentable, machista y retrógrado Berlusconi.

A fin de cuentas, ¿será cierto que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece? Visto lo visto, da por creer incluso que tenemos sí...

miércoles, 15 de abril de 2009

Los cambios de ministros del ineZPto

Muy buenas.

Reproduzco hoy la columna de Martín Seco en Estrella Digital del 15 de Abril, que me parece que da en el clavo con los motivos que realmente mueven al ineZPto a realizar cambios como los que ha hecho en el (des)Gobierno: propaganda, movimientos de cara a la galería. Es lo único que sabe hacer...


"En tiempos de tribulación, no hacer mudanza". Unos atribuyen esta frase a San Ignacio y otros a Santa Teresa. Lo cierto es que Zapatero no la ha tenido muy en cuenta; ha decidido, en plena crisis económica, realizar también su particular crisis ministerial. Es más, ha querido justificar esta última por la primera, incluso apelando a una supuesta reducción de ministerios que después no se ha llevado a cabo, más bien a la inversa, se ha incrementado el número de vicepresidencias.

Resistiré la tentación de referirme a los nuevos ministros. En realidad, da lo mismo unos que otros; si se considera la enorme depauperación intelectual y técnica de la clase política, no hay mucho donde elegir. Me centraré exclusivamente en el hecho del cambio. Sólo el total desconocimiento de la Administración puede hacer pensar que un cambio de ministros va a imprimir un mayor ritmo en la lucha contra la crisis económica. Lo que ocurre es lo contrario. Los ministerios se paran hasta que el nuevo titular y los altos cargos, que suelen seguirles en el relevo, comienzan a aterrizar y a enterarse de qué va la función; eso si no les da por modificar todo lo que ha hecho el precedente.

Pero, con todo, lo más pernicioso no es el cambio de ministros sino el de ministerios. Ahí sí que la parálisis y el bloqueo es total y cuesta años recobrar la normalidad. Si a todos los presidentes les ha dado por tener ideas ingeniosas en cuanto a unir y separar ministerios, hay que reconocer que ninguno como Zapatero para barajar las direcciones generales y las secretarías de Estado. Asuntos Sociales ha pasado ya por tres departamentos, y la Secretaría de Estado de Universidades retorna al Ministerio de Educación tras haber salido de él hace escasamente un año, para incorporarse al entonces recién creado Ministerio de Ciencia e Innovación, ministerio este último casi non nato porque cuando aún no había empezado a funcionar a todo gas, ha sido desbaratado de nuevo.

¿Qué hay detrás de todo ello? Quizás una concepción superficial, casi mágica de la realidad, que considera que las cuestiones se arreglan con simples cambios en la estructura administrativa. En la solución o no del problema de la vivienda poco influye el que exista un ministerio dedicado a este fin, tanto más si las competencias están transferidas a las comunidades autónomas, y no creo que el deporte vaya mejor o peor porque dependa directamente del presidente o porque tenga ministerio propio.

Pero tal vez haya, además, otro motivo que dé respuesta a la pregunta anterior. Se trata de salvaguardar ante todo la imagen. Lo que menos importa es lo que se hace, sino lo que parece que se hace. Lo relevante no es tanto la lucha contra la crisis económica como dar la impresión de que el Gobierno está totalmente implicado en ella. Se llega a situaciones infantiles como la de alardear de que todos los ministros se quedan trabajando los días de Semana Santa y publicitar el encuentro normal de dos titulares de departamento como una reunión de Estado.

Esta primacía de la imagen y de la propaganda sobre la racionalidad y la eficacia crea situaciones caóticas y atípicas: las de ministerios carentes de competencias y que tienen que vivir de las que les prestan otros; distinta jerarquía del Gobierno y del partido resultando difícil saber quién manda a quién, o la de que la Secretaría de Estado de Deportes dependa directamente del presidente del Gobierno. ¿Quién va a contestar a las interpelaciones parlamentarias sobre esta materia?

Da la impresión de que una vez más detrás de la formación del nuevo Ejecutivo tan sólo hay una operación de imagen. Se trata de ganar puntos de cara a las elecciones europeas haciendo creer a los ciudadanos que se está haciendo todo lo posible para combatir la crisis. El problema es que con este cambio de Gobierno Zapatero ha gastado un cartucho estratégico. ¿Qué opción le queda si obtiene en los comicios europeos un mal resultado?

lunes, 13 de abril de 2009

El mar es muy grande

Muy buenas a todos.

La Chacón empieza a ser la mejor y más válida candidata para mostrar el nivelazo de todos los componentes del (des)Gobierno del ineZPto. Tras los recientes fiascos en aguas del Índico con la misión de la OTAN encargada de la protección de los mercantes, y que está bajo mando español, a esta señora no se le ha ocurrido otra cosa que justificarse diciendo que "el mar es muy grande". ¡Vaya por Dios! Y todo esto tras dejar que unos piratas apresados por una fragata española se fuesen de rositas. Claro, ¿qué se puede esperar si se pone al frente de Defensa a una separatista, antiespañola y pacifista? Pues que el ridículo internacional de España llegue a cotas vergonzantes, que parece que es a lo que aspiran la Chacón y su jefezuelo el ineZPto.

Está claro que a la Chacón, como a tantos otros miembros y miembras del (des)Gobierno, el cargo le queda grande. Es lo que tiene ser catalana, mujer y encima con plus de embarazo: por muy inepta que sea para el cargo, el ineZPto no pudo evitar la tentación de ponerla al frente de nada menos que de Defensa... ¡a la misma que declaró que "todos somos Pepe Rubianes"! Me pregunto si el ineZPto también hizo uso de su talante a la hora de joder de esa manera a los militares. En fin, vivir para ver y ver para creer...

Al menos, ahora ya no tenemos dudas: los (des)Gobiernos del ineZPto (y van siete en cinco años) se diseñan desde un enfoque de cuotas autonómicas y sexistas y no por cualidades para el cargo; queda además demostrado que las ministras son tan ineptas como los ministros (que ya es decir), lo cual además ahonda en el archiperseguido principio de igualdad paritaria que inspira todas las decisiones del ineZPto.

Es lo que hay...

miércoles, 8 de abril de 2009

Un Gobierno para controlar a Zapatero

Columna de Pablo Sebastián en 'Estrella Digital' el 8 de Abril de 2009.

La crisis del Gobierno solo tiene dos objetivos: sustituir a Solbes que andaba arrastrado por las esquinas e incapaz de hacer frente a la crisis económica; y controlar el presidencialismo errático y frívolo de Zapatero que, de un tiempo a esta parte, está causando estragos en su liderazgo y en la fuerza electoral del PSOE -como se ha visto en Galicia- donde víctima de sus errores políticos y frivolidades del presidente. Entre las que se incluye el catastrófico gobierno que hizo hace menos de un año y que ahora se ha visto obligado a remodelar. Gobierno en el que aún permanecen ministros que no están a la altura de su cargo o que, simplemente, ocupan departamentos que no sirven para nada, como son los casos de Moratinos, Corredor, Garmendia, Chacón y Aído.

El reforzamiento político del Gobierno, para impulsar al PSOE y para tener bajo vigilancia a Zapatero, viene, por una parte, del lado de la llamada vieja guardia (felipista) y por otra desde la propia cúpula del PSOE, y el urdidor de esta "hazaña" no ha sido otro que el ministro Rubalcaba en contra de las frivolidades del Presidente, y de su club de amigotes monclovitas, el que pretendía aupar a la ministra Chacón a una vicepresidencia.

Ahora son más, y de peso específico, las voces y el discurso político que se escuchará desde este Gobierno en el que se le ha encomendado a Manuel Chaves, no la administración territorial que permanecerá en la órbita de la vicepresidenta Salgado, sino la "cohesión territorial o nacional", que es algo muy distinto y a la vez contradictorio, porque se deberá reforzar la unidad de España -tras los fracasados devaneos confederados de Zapatero-, y a su vez dotarle de apoyos parlamentarios de los partidos nacionalistas, los que ahora se sienten traicionados precisamente porque se ha aparcado el discurso confederal, y además en Cataluña están a la espera de más dineros y de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estatuto catalán.

La presencia de Chaves en una vicepresidencia permite la renovación en la Comunidad andaluza donde llevaba cerca de 20 años de presidente y con unos pésimos resultados políticos (el territorio con más paro de Europa), y constituye un movimiento de ficha que podrían haber pilotado a medias el ministro Rubalcaba y el ex presidente González. De la órbita de González es también la nueva ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, y de la órbita de Rubalcaba es la vicepresidenta Salgado en la que se tienen puestas muchas esperanzas, a pesar de que carece de experiencia en la gran economía, por mas que le asistan buenas dotes para la gestión pública.

También constituye un refuerzo político José Blanco al frente de Fomento, de donde desaparece la catastrófica Magdalena Álvarez. Aunque sabido es que el nuevo ministro no sabe absolutamente nada de lo concerniente a dicho departamento, pero confía en su capacidad política y en su pasión por ser un interlocutor importante de las empresas constructoras más poderosas de este país, hoy primeras víctimas de la crisis de la economía.

Naturalmente, la gran incógnita reside en la capacidad o incapacidad de la nueva vicepresidenta Salgado para gestionar la crisis y poner orden y control de los ministerios económicos del Gobierno, donde se encontrará con dos gallos de pelea, Sebastián y Blanco. En todo caso, hacerlo peor que Solbes y con menos autoridad será muy difícil, aunque la vicepresidenta económica encontrará, en su despegue, un problema añadido: el estallido de la crisis en las entidades financieras españolas, tras la intervención de la Caja de Castilla La Mancha, y que puede continuar con otros problemas del mismo corte.

Lo que nadie entiende es cómo se mantienen ministerios tales como los de Vivienda, Igualdad, Ciencia y Tecnología (al que le acaban de quitar las Universidades), e incluso Cultura, donde Zapatero ha vuelto a hacer una de las suyas, nombrando a la cineasta González Sinde. Ni si se puede entender como permanecen en sus cargos Moratinos y Chacón, después de las peleas y recientes espectáculos que ambos han ofrecido a propósito de Kosovo, entre otras muchas cosas.

Pero la crisis del Gobierno, en la que hay que incluir el cese de Bermejo en Justicia hace solo pocos días, se ha gestionado muy al estilo de la chapuza de Kosovo. Muy al estilo de Zapatero que quedó al descubierto ante los medios -dicen que fue Zarrías en Andalucía el que dio el aviso-, cambiando cada pocas horas de organigrama y nombres, y finalmente ofreciendo un Gobierno más político que cualificado -que se lo han impuesto desde la vieja guardia del partido- y que tiene el objetivo de ganar las elecciones europeas de junio, y luego las generales de 2012, si consigue frenar la caída del liderazgo de Zapatero, encorsetando su presidencialismo de ocurrencias, y enderezar en algo la crisis económica y social que nos invade.

Muy mal han tenido que ver las cosas en el PSOE y en la Moncloa para que, como lo ha recordado Rajoy, haya hecho falta una crisis de Gobierno antes de que el Gabinete nacido de las elecciones de 2008 cumpliera un año. Pero el Gobierno ahí está y De la Vega, Chaves, Rubalcaba Y Blanco serán la guardia pretoriana del Presidente, si lo consiguen centrar y controlar. Es verdad que el principal problema del Gobierno y del PSOE es Zapatero, y que ello ya no es un secreto para nadie, ni siquiera para él. Por eso le han puesto a su alrededor un equipo mas político y controlador de este iluso aventurero que había iniciado su particular descenso a los infiernos de la política, de donde, una vez que se entra, nadie se puede librar. Dicen, en el PSOE, que a Zapatero lo han pillado en la puerta del Averno, veremos si han llegado a tiempo y si no se les vuelve a escapar.

jueves, 2 de abril de 2009

Un Gobierno de chichinabo

Columna de Manuel Martín Ferrand en 'Estrella Digital' el 23 de Marzo de 2009.

"Bienaventurados los pobres,
porque vuestro es el reino de Dios"
(Lucas, VI, 21)

Quienes tenéis la posibilidad de influir en la opinión pública, me decía con aire severo un notable del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, deberíais asumir la responsabilidad pública de pensar y expresaros "en positivo". Incluso llegó a decirme, muy convencido, que en momentos de crisis y tribulación, como el que vivimos, el más mínimo sentimiento patriótico obliga a un periodista consciente a rebajar su nivel crítico frente al Ejecutivo. Ni que decir tiene que, quizás en abuso de confianza, mandé a mi interlocutor a hacer puñetas.

Ante la posibilidad de que pudiera tener en su planteamiento un ápice de razón, le he tomado prestado al Evangelio de San Lucas una de las Bienaventuranzas. Así, en positivo, si nos resignamos mansamente a la incapacidad de Zapatero y los miembros y miembras de su equipo, mereceremos el reino de los cielos. Quizás no sea nada desdeñable; pero no es de este mundo y, en tanto en cuanto ciudadanos responsables, tenemos el compromiso de exigir a los poderes del Estado, aunque vivan amancebados, lo mejor para la Nación y para quienes la integramos.

La degeneración partitocrática a la que nos ha conducido la Transición nos ha instalado en una falsa democracia, prendida con alfileres, en la que se ha vaciado el sentido del Estado y, después de trocearlo en diecisiete porciones (manantiales de un gasto público tan superfluo como insostenible), nos tiene inermes frente a una catarata de crisis, no solamente económicas, que, a partir de una insoportable cuota de paro, doble de la media de la que padece la UE, nos empobrece y debilita al tiempo que se reducen nuestras libertades ciudadanas.

Una de los efectos de esta situación, que es a su vez causa de los males que nos afligen, es el de padecer un Gobierno de chichinabo. Repásense, más que sus nombres, los hechos y dichos de sus titulares a lo largo del año que llevamos de legislatura. La contemplación invita a tomar en serio lo que, en broma, dijo Antonio Cánovas: "Es español todo el que no puede ser otra cosa".

Con el epicentro de un presidente hueco y resentido, mentiroso e incapaz de reaccionar ante los más graves problemas, confederal de espíritu y dispuesto a vender su continuidad en la Moncloa por una cucharada de lentejas (ni tan siquiera por un plato de tan humilde legumbre), tenemos el terremoto de un vicepresidente, Pedro Solbes, que, después de haber arruinado a la Nación con la crisis que se llevó por delante a Felipe González, está superando ahora su propio récord y una vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, a la que ya conocemos, sobradamente, por su gran capacidad de transferir a los demás lo que es responsabilidad, y culpa, de su jefe.

Añádase a ese trío cualquiera de los restantes nombres que, sin más explicación que la de los intereses internos del PSOE y sus franquicias regionales, integran el Ejecutivo. Sería imposible discernir cuál, entre todos ellos, resulta más risible. Confieso una especial debilidad por Miguel Sebastián, un señor que me debe una bombilla y que incumplió su compromiso con el pueblo de Madrid de hacerse cargo de la oposición en el Ayuntamiento; pero, si de reír se trata, da lo mismo seguir el orden alfabético de sus apellidos que el de la rotulación de sus distintas carteras. No sería justo afirmar que Bibiana Aído, por ejemplo, es más cómica que Magdalena Álvarez.

Si el momento no tuviera la gravedad que se define con las crisis, más de una, que atravesamos, la circunstancia no sería dramática e, incluso, podría resultar divertido, como ir al zoo, la contemplación de semejante tropa; pero la solidaridad con cuatro millones de parados, más los que están por venir, exige enfadarse un poco y, cuando menos, ejercer el derecho al pataleo.

A corto plazo, sólo al PSOE, con una radical y severa contestación interna, correspondería enmendar la situación; pero una característica clave del zapaterismo es la de haber barrido del mapa, por los más diversos procedimientos, a quienes, con la rosa en el puño, podrían enmendarle la plana. La otra opción para la salvación nacional podría llegar, dada la mayoría minoritaria que asiste al Gobierno, con una eficaz moción de censura; pero conocida es la incapacidad del PP para entenderse con los demás partidos en presencia. En resumen: la Bienaventuranza que va en el penacho de estas líneas es el más asequible consuelo a nuestro alcance. Tal y como cantaba Antonio Machín, espérenme en el cielo.