jueves, 14 de mayo de 2009

Post-debate sobre el estado de la Nación

Columna de Pablo Sebastián en 'Estrella Digital' el 14 de Mayo, dos días depués del debate sobre el estado de la Nación:


Ha titulado el diario gubernamental El País que Zapatero "salió vivo del debate" sobre el estado de la nación que ayer concluyó en el Congreso de los Diputados. Semejante y generosa apreciación, hecha pública desde una empresa con problemas que podrían estar arreglándose en la Moncloa, no oculta la condición de moribundo de la política que adorna la entrada del presidente del Gobierno en el debate, con sus cuatro millones de parados a las espaldas, su particular saco de mentiras electorales y su chequera para la compra de voluntades, a sindicatos y minorías nacionalistas. Como la que ya se anuncian para el día 15 de julio con la financiación catalana, a fin de que el presidente no tenga que convocar elecciones anticipadas, como se lo pidió Rosa Díez en las postrimerías del debate, mientras Zapatero ignoraba la justa demanda como quien oye llover.

En realidad no hubo debate ni una concertación constructiva ante la crisis porque todos los actores estaban en campaña electoral. Y porque, a fin de cuentas, el debate lo tiene a diario el presidente con los ciudadanos y nada importa lo que diga o proponga la oposición porque suya es la iniciativa y la acción de un Gobierno que ha negado la crisis, que miente con insistencia y lamentable optimismo -ayer volvió a decir el presidente que "ha pasado lo peor de la crisis"-, y que está dedicado en cuerpo y alma a sobrevivir en la presidencia, como sea y al precio que sea, por supuesto pagado a cuenta de los Presupuestos Generales del Estado.

Naturalmente, en un país donde el Gobierno y el PSOE dominan cerca del 70 por ciento de los grandes medios públicos y privados de comunicación, el ganador del debate siempre es Zapatero, pase lo que pase en el hemiciclo del Congreso. Un lugar donde la intervención de Zapatero fue penosa y desarbolada, digan lo que digan los publicistas ideológicos del presidente y el resto de los asimilados y extraídos del PP -que odian a Rajoy- como El Mundo y la COPE, que ya sabemos para quién trabajan, mientras le ponen bajo el escaño al líder del PP un poco de ese imaginario Titadyne del que tanto hablan. Sin embargo, esta vez no se apreció la euforia mediática de otras veces a la hora de cantar la victoria del patrón por parte de los medios oficialistas, lo que da una idea de lo mal que le salió el debate al presidente. En realidad, al buque insignia de la flota, El País, sólo le faltó añadir a su titular dos palabras, añadiendo al "salió vivo" lo de "en ambulancia".

Sin embargo, lo único cierto de todo esto es que la crisis sigue y avanza, que la cohesión nacional está resquebrajada -como se apreciará con nitidez el 15 de julio, cuando se desvele el pastel de la financiación catalana- y que el liderazgo de Zapatero está tocado y marcado por la temeridad y su alto nivel de incompetencia, sin que nadie en su partido se atreva a levantar la voz, si es que aún queda alguien con voz, talento y credibilidad (puede que sólo Rubalcaba) dentro del organigrama de poder de Zapatero. Un equipo de bajo perfil -a su nivel-, como se ve en los currículum, nula experiencia y erráticas trayectorias políticas de los "moratinos, bibianas, chacones, salgados, pepiños y pajines", estrellas del firmamento monclovita, donde Zapatero ocupa el lugar de la Osa Mayor, haciendo precisamente el oso, mientras España, como el agua, se le escapa entre las manos y se descuelga del tren europeo y occidental.

Resultó llamativo en el debate, por ejemplo, la irritación de Zapatero una vez que Rajoy le pidió la rectificación de la política económica al igual que había rectificado la política de negociación con ETA, y tuvo la desfachatez el presidente de aludir al nuevo Gobierno vasco, que existe gracias al PP. A Zapatero lo que más le molesta es que le recuerden sus errores y mentiras, y sobre todo sus sonadas rectificaciones. Por ejemplo, sobre lo que dijo sobre la crisis y sus previsiones del último año, lo de negociar políticamente con ETA, el trasvase del Ebro, lo del millón de los inmigrantes regularizados, el primer Estatuto catalán, lo de desenterrar las tumbas de la Guerra Civil, lo de la nación española "discutida y discutible", lo de Kosovo, etcétera.

De todo esto no escriben ni una línea los adoradores de El País, que siguen en el empeño de publicar, una y otra vez, el mismo reportaje de Fabra o Camps, a ver si con esos méritos en la Moncloa se ocupan de lo suyo. Por eso han dicho que Zapatero salió vivo del debate de la nación. Lo cual no es una buena noticia para nadie, ni siquiera para el PSOE. Queda, eso sí, el próximo test de las elecciones europeas, convertido en una prueba de fuego tanto para el Gobierno como para la oposición.

Debate sobre el estado de la Nación

Columna de Pablo Sebastián en 'Estrella Digital' el 12 de Mayo, día del debate sobre el estado de la Nación:


El presidente Zapatero ha perdido la noción de la realidad española, y habla con tintes peronistas a un imaginario país de "descamisados" y de pobres por doquier, que no se corresponde con España, y a los que ofrece regalos y descuentos imposibles como el que se anuncia de reducción del 5 por 100 del impuesto de sociedades para Pymes que hoy día están en pérdidas, con lo que la reducción resulta falsa. Al tiempo ofrece varios juguetes regalos electorales para estudiantes y mayores, un ordenador para los chicos y unos 2.000 euros para la compra de vehículos. Y todo ello lo dice el presidente mientras lanza un jaque mate al sector inmobiliario y de la construcción (1), con la eliminación del descuento fiscal para la compra de vivienda a los ciudadanos con rentas superiores a 24.000 euros, lo que constituye un daño incalculable al sector, a los ahorradores y a las clases medias de este país. Así como a los grandes y medianos empresarios. En suma, a todos los que, en definitiva pueden colaborar en la reactivación económica española.

Y todo esto lo dijo Zapatero después de fustigarse, para desactivar así el discurso de la oposición, con una serie de frases donde incluye como las que siguen: "el Gobierno es responsable"; "las pérdidas de empleos son abrumadoras"; "la crisis es grave y vertiginosa"; "el Gobierno se equivocó en sus previsiones"; y "la crisis empezó en la pasada primavera".

Un año tardó el presidente en reconocer la gravedad económica y social de España, pero sigue sin percatarse en qué país habita y por lo tanto yerra a la hora de reaccionar ante los serios problemas que tenemos planteados. El discurso de esta mañana del presidente era un discurso a caballo entre lo electoral y lo populista, con un descarado tufo a peronismo y dirigido a una España de los pobres o descamisados, en contradicción con la España más moderna y desarrollada con asiento en el G-20, de la que presume. Y todo ello, y al margen de su nula percepción de la realidad de esta nación que era para él "discutida y discutible", con el descarado tacticismo electoral y pro sindical, con el que pretende eludir el riesgo de una huelga general y a la vez convocar a las bases de la izquierda a las elecciones europeas del día siete de junio.

En cuanto al cambio de modelo de crecimiento que pregona, Zapatero se lanza hacia un idílico horizonte de nuevas tecnologías, que nadie sabe a donde y cuando puede llegar, pero previamente dinamita lo que queda del sector de la construcción, amenazando a las constructoras y empresas del sector inmobiliario, así como a millones de ciudadanos que invirtieron sus ahorros en vivienda, con la advertencia de que, o venden el piso en el plazo de 19 meses, o se perderán los derechos de reducción fiscal (2) para todos los posibles compradores con rentas superiores a 24.000€, lo que provocará un segundo cataclismo económico y social y el paro aumentará.

Lo peor de este discurso de conejos regalo (coche y ordenador) sacados de la chistera presidencial y de temerarias ocurrencias como la de la vivienda es que todo indica que semejantes disparates se le han ocurrido a él mismo, y ni siquiera a sus incipientes ministros que ayer aplaudían con devoción las gracias sociales de un presidente que se olvida de la España real, y de quienes pueden reactivar, de verdad, la economía. Al tiempo que ofrece a las Pymes en crisis, una rebaja fiscal que es inaplicable porque están en una más que dramática situación. Otra cosa sería que se les eliminara el pago de la Seguridad Social.

Decepción, pues, ante el discurso populista y nada realista del presidente, y por su falta de alusión al paro o de oferta de gran pacto nacional al primer partido de la oposición. Zapatero está a lo suyo, a ver qué pasa el próximo día siete en la jornada electoral europea, y a evitar que los sindicatos les puedan montar una huelga general. Veremos esta tarde que le responde la oposición, y cuantos apoyos recibe del resto de la Cámara donde habita de un tiempo a esta parte en bastante soledad.

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Notas del blogger:

(1) - Quiero decir que la iniciativa de eliminar la desgravación por compra de vivienda me parece muy adecuada: quien quiera algo en propiedad, que se lo compre él, pero no con los impuestos de todos. El gran problema de esta ocurrencia, desde mi punto de vista, es que está hecha para que la gente se apresure a comprar vivienda cuanto antes, de modo que en el corto plazo sirve para dar un balón de oxígeno (o de euros) a los impresentables jefezuelos de las constructoras e inmobiliarias.

(2) - La deducción por vivienda no es un derecho adquirido, sino que es una deducción aplicable cada año según el modelo de IRPF aprobado. Por tanto, en cualquier momento un Gobierno puede decidir eliminar las deducciones a quien sea. De hecho, sería injusto desde mi punto de vista que, a partir de 2012, pudiera desgravar por compra de vivienda quien hubiese comprado antes de 2011 y no pudiera hacerlo quien hubiese comprado a partir de 2012. En cualquier caso, considero injusto que el Estado, con los impuestos de todos, subvencione gastos destinados a la adquisición de bienes privados, como viviendas o coches.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Pre-debate sobre el estado de la Nación

Columna de Pablo Sebastián en 'Estrella Digital' el 11 de Mayo, un día antes de celebrarse el debate sobre el estado de la Nación:


Una espesa y democráticamente repugnante cortina de humo envuelve el debate político español cada vez que se habla de nacionalismo. En Galicia ese humeante telón ha caído al suelo, y otro tanto acaba de ocurrir en el País Vasco. Pero en Cataluña, y de una manera más esperpéntica en Baleares, se mantiene la impostura democrática y crece el desafío al Estado, de la mano de los nacionalistas de toda índole y pelaje: desde los independentistas que comparten la Generalitat con el PSC-PSOE, hasta los llamados moderados de CiU, que presumen de haber apoyado, con el PSOE y el PP, la gobernabilidad del Estado, cuando lo que hicieron fue simplemente alquilar sus escaños en Madrid a cambio de dinero o cotas de soberanía y siempre bajo amenaza. Un juego infame al que se prestaron Felipe González en 1993 y José María Aznar en 1996.

Por eso el líder de la oposición, Mariano Rajoy, debería iniciar su discurso en el debate parlamentario sobre el Estado de la nación denunciando a la Generalitat, que preside José Montilla, y más concretamente al PSC-PSOE y a ERC, por la violación de la legalidad constitucional, y los derechos y libertades de los ciudadanos que habitan en Cataluña y a los que les niegan su derecho a estudiar y a trabajar en castellano, y por pretender destruir, en plena crisis económica y social, la solidaridad entre las regiones exigiendo para Cataluña un sinfín de nuevas ventajas económicas y financieras, bajo la amenaza de derrocar el Gobierno de Zapatero si no se consienten sus abusos lingüísticos y sus demandas económicas. Sin olvidar en todo ello las permanentes amenazas de gobernantes catalanes y demás nacionalistas en contra del Tribunal Constitucional que debate los recursos presentados en contra del Estatuto catalán.

Ahora que parece que ha terminado el chantaje al Estado y a los ciudadanos del nacionalismo vasco, tantas veces amparado por las pistolas y los votos de ETA y de su entorno, ahora es el nacionalismo catalán el que, con el PSC-PSOE a la cabeza, se aprovecha de la crisis económica para violentar la legalidad y coaccionar desde el PSC al PSOE y al mismísimo Zapatero. El que, dados su escasa pasión por España y su único objetivo de seguir en el poder al precio que sea, está decidido a claudicar ante el chantaje catalán, que debería ubicar, acompañado de la crisis económica, el centro del debate parlamentario sobre el "estado de la nación" que se inicia este martes en el Congreso de los Diputados.

Rajoy, aunque no sea lo habitual, debe dirigirse en el inicio de su discurso a los diputados del PSC, ERC y CiU denunciando esta situación y después al presidente Zapatero por consentir y amparar semejante chantaje y atropello, cuando lo urgente y lo que está en juego es, ni más ni menos, el riesgo real de que España, país económicamente más débil y con más paro de nuestro entorno de la UE, pueda pasar de la recesión a la depresión, o perder el tren de la recuperación que otras grandes naciones occidentales están intentando arrancar, mientras aquí estamos debatiendo la cohesión nacional.

Alguien imagina que lo que pasa en Cataluña con el castellano pueda pasar en Francia, Gran Bretaña, Alemania o Italia con su idioma. ¿Qué broma es esa de que Cataluña es el único territorio occidental del mundo en el que no se puede abrir un colegio o una universidad que quieran enseñar en idioma castellano? ¿Acaso eso no viola la Constitución, contradice una sentencia del Tribunal Supremo y ataca frontalmente los derechos humanos y libertad de los ciudadanos? Y ¿acaso todo esto no lo bendicen y autorizan Zapatero y el PSOE, mientras hablan de bilingüismo en Euskadi, mientras en Galicia se recupera la normalidad y en Baleares se imita al nacionalismo catalán?

Semejante desvarío se acompaña de una política insolidaria y ventajista en lo financiero, económico e industrial en favor de Cataluña, bien por la vía de la reforma asimétrica del sistema de financiación autonómica, bien por decisiones gubernamentales más o menos secretas, porque secreto es al día de hoy el monto de las subvenciones que recibirá Wolskwagen del Gobierno para salir adelante en su crisis, mientras se hunden montones de empresas en el resto del territorio nacional. Sin olvidar que el traspaso de competencias del Estado a Cataluña supone, en plena crisis, más gasto y descoordinación.

Lo poco que queda en la despensa del Estado lo está repartiendo Zapatero en su solo beneficio personal, para asegurarse la estabilidad parlamentaria, para evitar una revuelta social -de ahí su política de caridad y subvenciones sociales-, y para ir pasando, como sea, los procesos electorales que tiene a la vista, arreglando por ejemplo los problemas económicos de los distintos canales privados de televisión, a los que se les regala la publicidad de TVE, que se financiará con un nuevo impuesto (telefónico) a los ciudadanos, a fin de que las grandes empresas audiovisuales del país apoyen a Zapatero y al PSOE en la distintas citas electorales, empezando por las europeas. Y, de paso, para salvar la ruina económica de los grupos editoriales afines a la Moncloa, La Sexta y Prisa, facilitando la fusión de las cadenas y sistemas de producción y emisiones codificadas, mientras se margina o maltrata al resto de medios de comunicación.

Todo gira en torno a la defensa y a la salvación de Zapatero, causante de la crisis de la cohesión nacional, el negador de la crisis económica, e incapaz de reunir un Gobierno de primer nivel o de tomar iniciativas que permitan ver el principio del fin de semejante situación. El mismo Zapatero que nos hablará de la guerra de Iraq, de hace más de cinco años, del 'caso Gürtel', en donde habitan algunos chorizos de PP; pero sobre todo Zapatero hablará del sorprendente regreso del aznarismo a primer plano de la vida política. Una realidad sorprendente porque dicho regreso de un rencoroso Aznar lo único que pretende, o que consigue, es dañar al PP y a Rajoy.

En todo caso, éstos son problemas internos de la oposición, que nada influyen en la dramática situación que viven los más de cuatro millones de parados españoles y los que están por llegar. Por ejemplo, en Andalucía, que ostenta el récord del paro de las regiones de Europa, mientras su ex presidente, el hoy vicepresidente del Gobierno, Chaves, se desvive por arreglar exigencias financieras de Cataluña, adonde piensa llevar la parte del león mientras les ofrece unas minucias a los demás.

Sólo un gran esfuerzo nacional de fuerzas políticas, sociales y económicas del país nos permitirá enfrentar la crisis, dejando para mejor ocasión otras batallas y ambiciones políticas como las que en estos difíciles momentos están planteando, bajo el paraguas de un chantaje político, el Gobierno de la Generalitat y el nacionalismo catalán. Con el discurso de la unidad deben actuar la totalidad de grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, dejando de lado la discusión ideológica y el ¿qué hay de lo mío?, al que nos tienen acostumbradas las minorías nacionalistas de la Cámara. Las que no parecen saber que sólo desde la unidad se puede afrontar esta crisis en la que también están inmersos los ciudadanos e instituciones autonómicas a los que dicen representar.

domingo, 3 de mayo de 2009

El PSOE y la discriminación lingüística

Muy buenas.

El PSOE, ese partido que no es ni socialista ni obrero, acaba de dar una muestra más de que tampoco es español.

Recientemente, ante una proposición del PP, ha repetido la misma traición que ya hiciera en Marzo con una proposición de UPyD: ha votado en contra de una proposición para que se reconozcan los derechos lingüísticos de los españoles en todas las comunidades autónomas.

Debería explicar el PSOE ante todos los españoles el por qué de esa decisión de voto, el por qué no cree conveniente respetar y defender el derecho constitucional a usar el castellano, el por qué de no evitar la discriminación lingüística que se sufre en cada vez más puntos de la geografía española.

Está claro que al PSOE, partido actualmente en el Gobierno, no le importan lo más mínimo los derechos de los ciudadanos, incluso los más elementales; lo único que le importa es mantenerse como un equilibrista entre Cataluña, País Vasco y Galicia para evitar que se les enfaden los indecentes nacionalistas que le dan apoyo en el Congreso. Lo demás le importa un pito.

Ojalá los responsables de semejante represión en Cataluña, Valencia, Baleares y otros puntos de España paguen sus felonías dando con sus huesos en la cárcel. Y los que lo permiten, en clara y flagrante omisión de sus deberes para con la defensa de los derechos de los ciudadanos, también.