miércoles, 5 de agosto de 2009

Estrella Digital nos "copia" nuestra coletilla

Muy buenas.

No siempre vamos a ser nosotros los que copiemos a 'Estrella Digital'. Esta vez, aunque de casualidad, han sido ellos los que nos han copiado. Más concretamente, ha sido Luis de Velasco quien ha utilizado nuestra coletilla "(des)Gobierno" para dar título a su columna de esta semana. Ahí la tienen para su conocimiento, Y no se pierdan en el último párrafo una de las "frases ocurrentes" que ha tenido el muy patán del ineZPto:


Luego algunos se quejan de que la prensa extranjera presta escasa atención a lo que sucede en nuestro país. Estos días no pueden quejarse.

The Economist, seguramente el semanario económico más influyente del mundo, dedica a nuestro país o, más exactamente, a nuestro "Gobierno de España", un editorial y un artículo, aparte de alguna otra cosa, en su última edición. Interesante cosecha de la que cabe extraer algunas muestras.

El editorial alude a los recientes acuerdos, el primero sobre financiación autonómica, el segundo el no acuerdo con eso que se llaman aquí los agentes económicos y sociales. En lo primero, el editorial afirma que al dar más a Cataluña, el Gobierno se asegura la aprobación de los presupuestos generales a fin de año y "sin ese apoyo, el gobierno podría caer". En lo segundo, al rechazar las demandas patronales, "aleja el riesgo de una huelga general". Todo esto, afirma el editorial, es típico estilo de gobierno de Zapatero pero con su costumbre de no encarar los problemas y proceder a una ducha de "dinero público" (quiere decir "del contribuyente") lo que hace es aumentar el riesgo de una recesión prolongada. De brotes verdes, nada. La economía española es tan árida "como la meseta" y esto es porque a los problemas que vienen de afuera se les unen "las debilidades en casa". Tras afirmar, en titular , la existencia de "una mano de obra, cara y pobremente educada", el editorial concluye en que Zapatero confía en la "inercia" para la recuperación lo que aumenta el riesgo de la "italianización" de España.

El artículo, subtitulado "Todos ganan en Alicia en Zapaterolandia", se refiere al acuerdo de financiación autonómica afirmando que "la solución es sencilla: más para todos", un paso más en el traspaso de poder de Madrid a las regiones, lo que hace cada vez más difícil un "manejo económico sano", una política económica medianamente coherente y racional. ¿Nos suena eso algo? Este acuerdo, afirma, es el resultado del juego de "seguir al líder" y concretamente del nuevo Estatuto catalán. Bajo Zapatero, el proceso de traspasar competencias a las autonomías continúa. "Lo que nadie dice es donde o cuando termina la cosa", concluye el articulista y millones de españoles piensan, con enorme y creciente preocupación otra vez ¿dónde he oído yo eso?

En resumen, con lenguaje educado y, en ocasiones, ligeramente irónico, marca de la casa, el semanario da un buen repaso al actual desgobierno en nuestro país.

Pero esto no es todo. El New York Times publicó una entrevista con Zapatero. No he visto la edición impresa pero en la electrónica, esa entrevista ocupaba un mínimo espacio y se refería exclusivamnete a un par de temas o, mejor dicho, a uno sólo: posiblidad (algunos dirán certeza) de nuevas tropas españolas en Afganistán. Y luego la frase gloriosa de nuestro presidente parafraseando aquella frase famosa de Kennedy. Dice Zapatero: "No preguntes lo que Obama puede hacer por España sino lo que España puede hacer por Obama". Más servilismo, imposible.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Sam despertó bruscamente, con la impresión de que su amo lo estaba
llamando. Era de noche. Frodo no podía haberlo llamado, porque se había
quedado dormido, y había resbalado casi hasta el fondo del pozo. Gollum estaba
junto él. Por un instante Sam pensó que estaba tratando de despertar a Frodo;
pero en seguida comprendió que no era así. Gollum estaba hablando solo.

Sméagol discutía con un interlocutor imaginario que utilizaba la misma voz, sólo
que la pronunciación era entrecortado y sibilante. Un resplandor pálido y un
resplandor verde aparecían alternativamente en sus ojos mientras hablaba.
-Sméagol prometió -decía el primer pensamiento.
-Sí, sí, mi tesoro -fue la respuesta-, hemos prometido: para salvar nuestro
Tesoro, para no dejar que lo tenga Él... nunca. Pero está yendo hacia Él, con
cada paso se le acerca más. ¿Qué pensará hacer el hobbit, nos preguntamos, sí,
nos preguntamos?
-No lo sé. Yo no puedo hacer nada. El amo lo tiene. Sméagol prometió
ayudar al amo.
-Sí, sí, ayudar al amo: el amo del Tesoro. Pero si nosotros fuéramos el amo,
podríamos ayudarnos a nosotros mismos, sí, y a la vez cumplir las promesas.
-Pero Sméagol dijo que iba a ser muy bueno, buenísimo. ¡Buen hobbit! Quitó
la cuerda cruel de la pierna de Sméagol. Me habla con afecto.
-Ser muy bueno, buenísimo, ¿eh mi tesoro? Seamos buenos, entonces,
buenos como los peces, dulce tesoro, pero con nosotros mismos. Sin hacerle
ningún daño al buen hobbit, naturalmente, no, no.
-Pero el Tesoro mantendrá la prome sa -objetó la voz de Sméagol.
-Quítaselo entonces -dijo la segunda voz-, y será nuestro. Entonces, nosotros
seremos el amo, ¡gollum! Haremos que el otro hobbit, el malo y desconfiado, se
arrastre por el suelo, ¿sí, gollum?
-¿No al hobbit bueno?
-Oh no, si eso nos desagrada. Sin embargo es un Bolsón, mi tesoro, un
Bolsón. Y fue un Bolsón quien lo robó. Lo encontró y no dijo nada, nada.
Odiamos a los Bolsones.
-No, no a este Bolsón.
-Sí, a todos los Bolsones. A todos los q ue retienen el Tesoro. ¡Tiene que ser
nuestro!
-Pero Él verá, Él sabrá. ¡Él nos lo quitará!
-Él ve. Él sabe. Él nos ha oído hacer promesas tontas, contrariando sus
órdenes, sí. Tenemos que quitárselo. Los Espectros buscan. Tenemos que
quitárselo.
-¡No para Él!.
-No, dulce tesoro. Escucha, mi tesoro: si es nuestro, podremos escapar, hasta
de Él ¿eh? Podríamos volvernos muy fuertes, más fuertes tal vez que los
Espectros. ¿El Señor Sméagol? ¿Gollum el Grande? ¡El Gollum! Comer p escado
todos los días, tres veces al día, recién sacado del mar. ¡Gollum el más precioso
de los Tesoros! Tiene que ser nuestro. Lo queremos, lo queremos, ¡lo queremos!
-Pero ellos son dos. Despertarán demasiado pronto y nos matarán -gimió
Sméagol en un último esfuerzo-. Ahora no. Todavía no.
-¡Lo queremos! Pero... -y aquí hubo una larga pausa, como si un nuevo
pensamiento hubiera despertado-. Todavía no ¿eh? Tal vez no. Ella podría
ayudar. Ella podría, sí.
-¡No, no! ¡Así no! -gimió Sméagol.
-¡Sí! ¡Lo queremos! ¡Lo queremos!
Cada vez que hablaba el segundo pensamiento, la larga mano de Gollum
avanzaba lentamente hacia Frodo, para apartarse luego de pronto, con un
sobresalto, cuando volvía a hablar Sméagol. Finalmente los dos brazos, con los
largos dedos flexionados y crispados, se acercaron a la garganta de Frodo.

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