Columna de ‘Marcello’ el 9 de Octubre en ‘Estrella Digital’:
No hay nada que hacer, el Gobierno de Zapatero va sin rumbo al desastre de la crisis económica y del paro, y la oposición de Rajoy no existe y están a palos entre ellos, con los pies sumergidos en el fango pintoresco de 'Gürtel' que, grande o pequeño, se ha convertido en el circo nacional por causa de la notoriedad de sus personajes y lo vistoso de sus andanzas. ¿Cuántas veces hemos visto en los telediarios a Paco Correa y a su mujer desfilando por las murallas del monasterio de El Escorial en aquella boda imperial de los Aznar? Cientos de veces, quizás miles.
Vivimos en el mayor de los desamparos políticos por causa del presidente Zapatero, que ha tocado techo y puesto al descubierto sus niveles de gran incapacidad política y de destrucción de todo lo que toca. Un presidente que, además, ha liquidado cualquier atisbo de experiencia e inteligencia en el PSOE y que cuenta como tridente de su ataque político con tres cómicos de la talla de Alonso, Blanco y Pajín. Y a causa de un líder de la oposición que se ha convertido en un espectro que ni sufre ni padece y al que se le sube a las barbas cualquier dirigente del PP, a sabiendas de que nunca recibirá el menor reproche del calzonazos más grande habido en la política española.
¿Alguien imagina que la rebelión a bordo del PP era imaginable en tiempo de Aznar? Ni por asomo. ¿Alguien imagina que en tiempos de González el Gobierno de la nación iba a estar plagado de inútiles? Pues tampoco, y que conste que no añoramos a ninguno de los dos. Pero ocurre que nunca este país, España, estuvo en manos de políticos tan mediocres e incompetentes como los que hoy lideran el Gobierno y el PP.
Y ¿Cómo ha sido todo esto posible? Porque la partitocracia, el gobierno de los partidos políticos que sufrimos los españoles desde el inicio de la "santa transición", ha agotado todos sus trucos e imposturas y al final ha quedado al desnudo y en manos de unos dirigentes incapaces y sin talento, y de unos gobernantes que no dan más de sí.
¿Qué se puede hacer? Pues nada o más bien poco. Quizás sería necesaria la aparición de un nuevo partido en el escenario nacional, pero esto tampoco es fácil porque las reglas del juego partitocrático, precisamente, impiden o niegan facilidades a cualquiera que se atreva a intentarlo. Ciudadanos en Cataluña fue una broma de mal gusto, visto su dramático final, y similar al personalismo de Rosa Díez, próximo a la extrema derecha mediática del PP, lo que anuncia más de lo mismo.
Pero el sitio está ahí, y hay varios millones de ciudadanos dispuestos a dar su voto si se encuentra con una verdadera, democrática y talentosa tercera vía política. Pero ¿dónde está? Deambula misteriosamente a la derecha de Zapatero y a la izquierda de un Rajoy que está preso de su extrema derecha. Un lugar este, el ultraconservador, por donde también podría saltar un día de éstos un partido al estilo de Le Pen, a nada que la dirección del PP ose poner firme a la revoltosa Aguirre, la eterna candidata a la refundación de la Alianza Popular.
No es fácil que aparezca una tercera vía en la política española. Pero no se debería descartar y alguien lo debería meditar, porque el vacío de poder, de criterio e inteligencia que crece sin parar en el centro sociológico español es cada vez más grande y nadie lo va a llenar.