Columna de Germán Yanke el pasado día 15 de Diciembre en ‘Estrella Digital’ a propósito de la Conferencia de Presidentes, un rimbombante nombre para una reunión de 17 reyezuelos y pico sin gana alguna de llegar a cualquier acuerdo, con el agravante de que algunos de ellos han demostrado ser absolutamente desleales y traidores a la nación (¿verdad, Montilla y Zapatero?).
Zapatero da una conferencia
¿Alguien pensaba que la Conferencia de Presidentes podía llegar a algún acuerdo serio? Era sencillamente imposible.
A un lado, las diferencias irreconciliables entre PSOE y PP en materia económica, ya que los presidentes autonómicos acudieron ayer al Senado más como representantes de sus respectivos partidos que de sus regiones, hasta el punto de que la única preparación previa había sido la reunión de los populares el pasado viernes en la sede madrileña del PP y la cena de los socialistas el domingo en la Moncloa. No podía ser de otro modo cuando preveían, sin datos concretos hasta el último momento, que el presidente iba a presentar allí su particular visión de la situación económica y unas líneas generales de actuación que no había sido capaz de consensuar en el Congreso, en sucesivos debates, no ya con el principal partido de la oposición, sino con nadie en todo el arco parlamentario, Ley de Economía Sostenible incluida.
Al otro, las propuestas del documento del presidente sobre la contención del gasto y la reducción del déficit, que podrían encajar en las demandas y propuestas del PP, no pueden ser seriamente pactadas sin un trabajo previo, el intercambio de documentación y la negociación razonable. José Luis Rodríguez Zapatero no debería seguir pensando que su capacidad de seducción no precisa más que sentar alrededor a los interlocutores alejados de su torre de marfil para llegar a los acuerdos que le interesan mientras se toma un café (o desayuno, comida y merienda). Ni le queda capacidad de seducción a estas alturas -y menos en materia económica- ni es sensato que materias tan graves puedan tratarse con tal frivolidad. La Conferencia estaba tan improvisada que, al margen de no conocer previamente las propuestas, las cuestiones procedimentales se demoraron para ver si asistía o no la vicepresidenta económica del Gobierno y, en ese caso, los presidentes autonómicos iban a estar o no acompañados por un consejero de sus gabinetes.
Súmese a eso la presencia, las propuestas y los comentarios de los "agentes sociales" que convierten la reunión en un dislate institucional que nadie puede entender. Añádase la inconcreción de la mayoría de las proposiciones presentadas a vuelapluma y la invención, con igual improvisación, de un sinfín de comisiones sacadas de la manga. Así, el contenido de la Conferencia, incluso lo que podría parecer prudente (como el acuerdo en política industrial o en la eficiencia administrativa), quedaba condenado a ser agua de borrajas. Dislate institucional y ausencia de contenidos elaborados y adecuadamente estudiados, al margen de la relación de materias y diagnósticos que nada tienen que ver con un cónclave como el de ayer.
Se diría, por todo ello, que lo último que se pretendía era precisamente conseguir acuerdos y que lo primero que se perseguía era, con la que está cayendo, que Rodríguez Zapatero diera a los presidentes autonómicos una conferencia. La misma de siempre, por otro lado: lo de que el PP es desleal con España, etc, etc.
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