Hoy tengo dos sentimientos contrapuestos. Por una parte, una cierta decepción por ver que en este país la masa se mueve por espasmos: ahora se vota en masa al PP, y estoy seguro de que la inmensa mayoría ni siquiera ha reflexionado un poco sobre otras opciones.
Por otra parte, alegría inmensa de ver que por fin (aunque con tres años de retraso) el repugnante, indecente y repulsivo ser que habita La Moncloa ha recibido el castigo que se merece en las urnas (y ojalá le llegasen otros muchos castigos en forma de, por ejemplo, procesamiento penal por negligencia y por alta traición).
El único problema es que la mayoría del populacho sólo ha visto el desastre cuando ya lo ha tenido encima; tendríamos que haberlo mandado a su casa (o a la cárcel, por traidor, por mentiroso y por negligente) en las elecciones de 2008.
El PSOE ha recogido lo que sembró, y ha perdido en todas y cada una de las comunidades en las que ha habido elecciones autonómicas, amén de en la práctica totalidad de las ciudades importantes. Esto le va a costar la poltrona a muchos de los que callaron ante los desmanes y ocurrencias del traidor de La Moncloa; se merecen el castigo por cómplices necesarios para que cometiese sus fechorías. Hace tiempo que debieron haberle parado los pies y advertirle seriamente sobre sus temeridades, sus traiciones y sus desvaríos, pero no lo hicieron. Con un poco de suerte no olvidarán fácilmente la lección y la próxima vez impedirán que un incompetente absoluto, ciego y enloquecido, sin escrúpulos, sin cerebro y sin huevos se haga con el poder. Nos queda el consuelo de pensar que la próxima vez se opondrán, si no por el bien del país, al menos para no volver a verse fuera de sus poltronas.
¿Y saben qué? ¡Que me alegro! El PP no es, ni mucho menos, santo de mi devoción, pero me alegro de la debacle total del P (ex-PSOE), el partido que ni es socialista, ni es obrero ni es español. El idiota máximo lo ha hundido, y espero que por muchos años para que no olviden la lección. Ya que nos ha llevado como país al borde mismo de la ruina, al menos que lo paguen por años. La verdad es que a estas alturas me da igual que el indecente mamarracho dimita o no (dice que no lo hará; he aquí el talante del personaje), y creo que así me podré regodear aún más: cuanto más tiempo al frente del P (ex-PSOE), más daño para el partido más traidor que hemos tenido que sufrir.
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