Lo que están haciendo los socialistas, bien por acción de unos pocos (léase (des)Gobierno) o por omisión de la mayoría (diputados, senadores, dirigentes autonómicos y locales) debería costarles a los socialistas el no recibir ni un solo voto durante los próximos 25 o 30 años, hasta que el último de los actuales perpetradores o encubridores de semejante atropello abandonasen o fuesen expulsados de la política envueltos en el mayor de los desprecios.
Pero no creo que eso ocurra en un país como España, donde se vota "a los nuestros" ocurra lo que ocurra. ¿Qué tiene que pasar en España para que pase algo, para que la sociedad civil reaccione ante los constantes atropellos por parte de la clase política? Por ahora, se ha sacado adelante un "modelo" de financiación que, como bien dice Feijóo, es un modelo para mantener a un gobierno, al que ya se le rebelan (o podrían rebelar) incluso los de su facción catalana: los 25 escaños del PSC podrían llegar a votar por libre si no se les mantiene contentos (es decir, bien pagados). Y yo me pregunto, dentro de mi ignorancia: ¿acaso no se comete cohecho ante semejante y descarada compra de votos en el Parlamento? ¿No hay una ley que prohíba y persiga semejantes prácticas? Esta es la pseudodemocracia que tenemos que vivir...
Y todavía tienen todos la caradura de posar para la foto después de la reunión de todos los presidentes autonómicos del PSOE, donde ya por fin apareció Montilla, el charnego, después de tres años. Esta vez iba con la sonrisa en la cara, y no se tiene constancia de que alguno de los otros dirigentes socialistas le reprochase lo más mínimo por su actitud insolidaria y traidora para con el resto de los españoles. Debe de ser esto lo que en el PSOE entienden por unidad nacional.
Se ve que ocurre lo que la historia del hijo pródigo: cuanto más delesal y problemático, mayores atenciones se le prestan. Siempre ha sido así con Cataluña y parece que por ahora lo seguirá siendo: desde industrias y sedes hace un siglo, a prebendas económicas y políticas en la actualidad. En este caso, para ellos es el 35% de la aportación adicional pese a que sólo tiene el 16% de la población. Afortunadamente, parece que la miembra Salgado no es ministra, sino que es Dios y va a obrar el milagro del pan y los peces cuando nos dice que el nuevo plan no va a generar más déficit a pesar de costar más dinero. Lo veremos.
Para teminar, aquí posteo la opinión de José Javaloyes al respecto en 'Estrella Digital' el 20 de Julio de 2009:
Ni unidad nacional ni, tampoco, integridad territorial. Doble plato de la coherente incoherencia del presidente Rodríguez en el curso de este fin de semana. De una parte, y ante el Comité Federal del PSOE, la autocomplacencia por el sudoku letal para la unidad de España, en lo territorial y en lo funcional, felicitándose por la monstruosidad perpetrada en la distribución autonómica de los recursos presupuestarios. Es decir, Rodríguez se felicita por no haber sabido resolver en términos contables su rectificación del error "azañista" en que consistió su ofrecimiento estatutario al nacionalismo catalán de que apoyaría en Madrid el Estatuto que le enviaran desde Barcelona.
Contrariamente a lo que luego hiciera quien fue último presidente de la II República, que rectificó su wilsoniana posición inicial -antes aun de la traición de Companys cuando la revolución de 1934, al proclamar el Estado catalán-, Rodríguez se solaza y se felicita de la forma en que ha cuadrado su "sudoku" con el nacionalismo catalanista, que considera la más acertada, expresiva y plenaria del Estado autonómico. ¡Sabrá lo que dice!
Su objetiva conspiración confederalista va mucho más allá, desde luego, del genuino federalismo en que consiste el Estado autonómico consagrado en la Constitución de 1978, puesto que en términos de gasto de las administraciones autonómicas éstas pesan, en el caso español, como poder descentralizado y respecto del gasto de la Administración central, mucho más de cuanto lo hacen en el caso de EEUU los gastos y las competencias de los Estados respecto de los gastos federales.
El disparate conceptual y el embuste político del Faro de la Moncloa parece como si estuviera dirigido, en términos de oportunidad, a que el Tribunal Constitucional se lance finalmente por una sentencia interpretativa y ambigua sobre los recursos presentados contra el Estatuto de Cataluña. Nada abundaría más ni mejor en la coronación del disparate antiespañol a que se ha llegado para que los socialistas conserven el poder al precio que sea, por mucho que signifique como coste nacional medido en términos de cohesión y unidad solidaria. (...)
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