Y es que se lo tienen merecido. Han jugado a ser más papistas que el papa: ante las opciones nacionalistas, independentistas y radicales, jugaron a ser más que ellos, todo con la connivencia del nauseabundo individuo que habita la Moncloa: multas a los comercios que rotularan en castellano, Estatuto inconstitucional, educación claramente antiespañola (en manos de ERC). Está claro que muchos de los votantes socialistas se han sentido traicionados por este "socialismo" fascistoide y, o bien han cambiado de opción política, o bien se han quedado en casa.
Pero no todo es culpa del Tripartito. El ruin, vil y despreciable ser de la Moncloa tiene mucha parte de culpa, por más que ahora el PSOE cambie su discurso y pretenda desligar la debacle catalana con el resto de la miserable política socialista en el (des)gobierno central. Lo expresa muy bien Jesús Cacho en su columna:
[...] El síndrome catalanista, mitad trauma mitad complejo, que siempre acompañó a esa burguesía del ensanche barcelonés que se hizo con las riendas del PSC, soltó por fin amarras y se hizo realidad cuando a la Moncloa arribó un tipo sin una idea clara de España (“concepto discutido y discutible”), un pirómano dispuesto a incendiar la convivencia (“apoyaré la reforma del Estatut que apruebe el Parlamento de Cataluña”) tan duramente labrada tras el fin de la dictadura.Ahora sólo falta que, cuanto antes mejor, demos una patada bien fuerte en el culo al impostor con ínfulas de líder que se ha agarrado a la poltrona de la Moncloa sin importar el coste, alquilando la silla a precio de oro (pagando los españoles, claro) y que llegó y se mantuvo en sendas elecciones, bien sacando partido de casi 200 muertos, bien con mentiras y engaños retransmitidos por televisión.De modo que, en mi modesta opinión, la derrota de ayer no es José Montilla, un político hace tiempo amortizado, sino del bombero pirómano que nos preside desde 2004 y que alentó el viaje hacia ninguna parte de un PSOE que, traicionando su condición de partido “nacional”, alentó el aventurerismo de su filial catalana, dispuesta a embarcarse en la misma nave que el nacionalismo más radical, ergo defendiendo un Estatut que nadie reclamaba y que de inmediato se reveló de imposible encaje en la Constitución de 1978 a cuenta de su alocada deriva soberanista. El PSC ha ido más lejos: en lugar de rectificar, ha encabezado la revuelta contra la sentencia del Tribunal Constitucional, alentado de nuevo por un Zapatero que sencillamente prometió buscar fórmulas para burlar la sentencia y complacer las ensoñaciones nacionalistas.
De modo que el gran derrotado de ayer es Rodríguez Zapatero. Su debilidad, crónica desde que estallara la crisis económica que ahora mismo tiene a España contra las cuerdas, se agudiza hasta extremos insoportables. No parece posible que este hombre pueda llegar políticamente vivo hasta las municipales y autonómicas de mayo, sabiendo que el partido que le respalda perdería con estrépito unas generales a nivel del Estado como ayer perdió las autonómicas en Cataluña. Este hombre lleva plomo en las alas y no tiene credibilidad para dirigir un país que se enfrenta al reto más importante de su historia, tras ocho años de Gobierno socialista que se han llevado por delante, además del bienestar de los españoles, los afanes de concordia civil que presidieron la transición.
Los españoles conscientes hace mucho tiempo que sabemos que España tiene un problema llamado José Luis Rodríguez Zapatero. El Partido Socialista, su cúpula al menos, ha tardado mucho más en darse cuenta. Ahora ellos y nosotros nos hemos percatado de la dimensión del drama y hemos llegado a la conclusión de que es imposible seguir adelante sin cambiar de caballo. Este hombre se tiene que ir cuanto antes y [...] si al Partido Socialista le queda un átomo de sentido común y patriotismo debería hacer lo pertinente para ahorrar a este hombre el sufrimiento que su propia incapacidad le depara y a los españoles el coste altísimo de su presencia al frente del Gobierno de la nación. Cuanto antes, mejor.
Aunque yo la patada, más que en el culo, se la daría en los...